
Me niego a tirar piedras ajenas
- Astrid Raquel
- 7 ago 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 ago 2024
Ahora soy una política o una candidata política, rol en el que no me visualizaba antes, pero al que no me amarro. No puedo limitarme a mirar el quehacer político como una carrera para ganar. Más bien lo miro como un ecosistema en el que se cosecha y se vuelve a sembrar, por siempre. Por ello, se abona, se poda, se evita el desgaste del terreno. Creo que a veces se adelanta mucho para ganar, otras veces se retrocede un poco para salvar lo ganado y analizar cómo seguir. No creo en ganar por ganar. Creo en que la construcción del triunfo sea cónsona con ir construyendo la victoria correcta, bajo las condiciones justas y con bases duraderas. En estos días, en que aumenta la polarización en cualquier tema, veo cómo hay gente que pretende empujarnos a decir lo que quieran escuchar de nosotros para sus propósitos proselitistas, unos a favor y otros en contra. Las expresiones antipáticas quedan retratadas para usarlas de carta por parte de los adversarios. Me rehuso a ser eco de ningún discurso del que no me sienta convencida, ni para ganar adeptos o votos, ni para restarle a los adversarios. Nadie me pone a atacar a quien otro decida, ni a irme arrastrada con ninguna corriente. O al menos, eso trato.
En la película La lengua de las mariposas, un grandioso maestro republicano amoroso y sensible, es arrestado por sus creencias políticas. Dictadura de Franco, muy religiosa y de buenos modales, así como muy asesina de quien difiriera. Una escena que se me grabó es cuando sacan al maestro apresado frente a la multitud y la gente comienza a lanzarle piedras. El niño que coprotagoniza la película está ahí desconcertado viendo como agreden a pedradas al maestro que le iluminó la vida, pero de repente le dan piedras y lo mandan a lanzar. El niño mira alrededor, primero se ve coaccionado a apedrear para no parecer también "un rojo", pero luego fluye perfectamente con la multitud y es como si se le contagiaran los bajos instintos de perseguidores. Seamos cuidadosos de no caer como ese nene y que nuestra mano no agarre pedradas que nos imponen lanzar. En estos días, la atmósfera de nuestra película no cuenta con la mejor banda sonora. Hay que tararear las tonadas bonitas y aguerridas para no dejarnos vencer por los repartidores de piedras.
Comentarios